Filosofía

 

Tanto cerebro como libertad son dos palabras muy complejas. Una persona es lo que es, es como es, gracias a su cerebro. El cerebro nos define como personas, también se le debe una parte importante a este sobre cómo nos comportamos y actuamos y, por supuesto, nuestra personalidad. Analizado esto, nuestras acciones, por lo tanto, tienen que ver con nuestro cerebro. Es nuestro cerebro quien dirige las acciones que hacemos y cómo nos sentimos. Dicho de otra manera, estamos determinados por nuestro cerebro. El que yo escriba este artículo es debido a que mi cerebro quiere que así sea. El que el día de mañana decida estudiar criminología, es porque el cerebro quiere que así sea, el que sea más impulsiva, es porque el cerebro quiere que así sea. Todo el conjunto de nuestros comportamientos diarios, en cada ser humano, es fruto del cerebro y su implicación en nosotros. La cuestión es si esto nos impide ser libres y comportarnos como queramos. Para esta pregunta, tengo dos respuestas a analizar

  Para empezar,  personalmente opino que sí es justo que haya impuestos. El propósito de estos es, nada más y nada menos, asegurar a la población necesidades básicas que sin estos probablemente no tendrían. Aunque se pueden ver como algo injusto y sin sentido, no lo es. Al ver los impuestos como algo injusto, la gente sólo piensa en el hecho de que les parece una injusticia el dinero que deben de cobrar a nombre de estos. Pero si se mira más de fondo, ese dinero de las personas que meramente se quejan, sirve para que estas mismas puedan llevar a sus hijos a la escuela, puedan trasladarse con seguridad, puedan acudir a un servicio público médico donde atenderles… En resumen, con ese dinero (que puede verse como injusto para algunas personas) se garantiza unas necesidades básicas que una persona necesita para sobrevivir. Si no pagasemos impuestos, entonces, ¿de dónde saldría el dinero para construir colegios u hospitales? Dos servicios tan básicos como alimentarse. Sin embargo, otro asun